El modelo económico budista

Esto conlleva la idea de que no hay un modelo económico religioso ni político, sino que simplemente se trata de la visión personal de un sistema económico y de cómo se puede lograr por sí mismo.

 

Por Valentin Grünn – Pressenza

El hombre, especialmente en los países ricos, consume múltiples recursos de lo que el mundo podría proporcionarle sin necesidad de explotarlo tanto. Generalmente, esto es reconocido y es cuestionado por unos pocos grupos sociales; no entraré en mayores detalles tampoco.

Especialmente para el homo consumensis, personas en los países ricos que han perfeccionado el consumo, esta amarga verdad es particularmente difícil de comprender y ha construido grandes barreras mentales que le impiden reducir su consumo; incluso para ir en oposición a cualquier experimentación social dedicada al tema.

Así, a los defensores del medio ambiente se les dio el título de “partido prohibido”, dado que hicieron intentos tentativos de limitar el consumo indescriptiblemente dañino e incluso la política china de un solo hijo, que tiene objetivos básicamente similares, amenaza con fracasar. En cambio, los liberales económicos reclaman un auto-compromiso sin éxito y, a pesar de todo esto, continúan impulsando el consumo. Por no mencionar el mayor impulsor: TTIP (Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión).

Tanto las fuerzas libres de la economía como las regulaciones gubernamentales son incapaces de establecer un modelo de consumo global sostenible. Tal vez pronto sentiremos las consecuencias en esto, pero ciertamente, la próxima generación será la más afectada. Presenciaremos un milagro aun cuando el cambio sea lento, de modo que al menos se pueda tener en cuenta las nuevas circunstancias. Sin embargo, las guerras y los conflictos sobre los recursos y los medios de vida aumentarán. Estos conflictos que todo lo que generarán serán más refugiados.

En este punto, comienza el modelo económico budista. No solo incluye un enfoque espiritual, sino que también combina la psicología del hombre, que está llena de ansiedad y emociones, con las actividades económicas del hombre. Toma en cuenta que el hombre no es perfecto, que por muchas razones el hombre está inclinado a mantener sus hábitos y trabaja con la base de la filosofía budista en la atención plena y la conciencia. Reconoce las actividades perjudiciales y beneficiosas en la producción y el consumo e incorpora la ética. Se trata de encontrar un punto medio factible. Sin duda, es un modelo que muchos en nuestra sociedad ya implementan y usan, incluso sin que su nombre sea un concepto reconocido.

En contraste con el modelo económico occidental (ahora casi global), los intereses personales ya no están en primer plano, sino el sentido común. El sentido lógico de que la humanidad se encuentra en un solo lugar, más precisamente, en un solo planeta, el cual está abarrotado y se debe encontrar una solución para un futuro habitable para todos.

En el corazón del modelo económico budista está la atención plena y la conciencia de los efectos dañinos y beneficiosos de un acto. Así que todos sabemos que la calefacción de nuestra casa, el viaje al trabajo y también el vuelo para las vacaciones liberan gases de escape nocivos. Así como sabemos que los envases de plástico, como juguetes o utensilios de cocina, causan daños a expensas del medio ambiente, tanto en la producción como en su desecho; también conocemos la generación de energía dañina para el medio ambiente, el consumo de agua y las muchas cosas pequeñas en la vida cotidiana. Con la mayor conciencia posible de estas circunstancias, es posible reducir esto poco a poco con el modelo económico budista.

La red está llena de miles de sugerencias: desde compartir autos, a la moneda local, a la vida comunitaria; de electricidad verde a tiendas de alimentos saludables e inversiones éticas; desde microcréditos hasta membresías de ONG, inodoros sin papel, etc. Todos aplican los módulos que pueden sin un esfuerzo extraordinario, según sus circunstancias, sus oportunidades económicas y sociales. Lo último es importante porque un cambio radical en el estilo de vida conduce rápidamente a la frustración y al cese de todos los esfuerzos.

Por otra parte, no solo es importante la atención a las circunstancias, sino también la atención a la motivación. Se trata de evitar el egoísmo, la codicia por el “mi”, el “yo” e ir más hacia el “nuestro”, el “nosotros”. Preferencias contra el Homo economicus. También se enfoca en evitar el sufrimiento, el de los demás seres humanos y de los animales. Por lo tanto, si bien es moderno superar los métodos de sacrificio de otras culturas, mientras no cuestione críticamente los métodos de sacrificio de nuestra sociedad, la motivación no es mejorar el modelo económico.

El modelo económico actual fomenta el bienestar material y su deseo de ganar cada vez más, por medio de la herramienta de la codicia; esto a expensas de los demás. En el modelo económico budista, por otro lado, el énfasis se pone en la simplificación de los deseos. Aparte de las cosas necesarias como vivienda, comida, ropa y medicamentos, las otras necesidades se minimizan. Si bien el modelo actual está impulsado por el crecimiento constante y las máximas ganancias, la fuerza impulsora del modelo budista es la minimización de la destrucción y la violencia. Mientras los accionistas convencionales miran la ganancia del mercado de valores a corto plazo, los accionistas en el modelo budista piensan de manera diferente. Ellos no creen que el mercado de valores sea un mercado imparcial, sino que demanda activamente la sostenibilidad. Cultivan la confianza, construyen valores juntos y unen a las personas. Los bancos sostenibles no efectúan inversiones perjudiciales y promueven proyectos ecológicos y sociales, y tienen éxito al final de cuentas. Los bancos sostenibles apenas se ven afectados por la crisis bancaria, mantienen una relación interna común y pueden transportarla a sus clientes.

Cualquiera que esté familiarizado con este modelo económico irá encontrando maneras y medios para hacer que su parte del consumo, aunque sea pequeña, sea más respetuosa con el medio ambiente. No condenará, no se complacerá en el remordimiento agonizante, si no puede evitarlo o ejercer deliberadamente comportamientos dañinos. Será consciente de la mitigación de los efectos, las compensaciones y las soluciones, pero no los agitará con el ascetismo.

Pero, como es evidente, es un proceso permanente que nunca terminará. Será un paseo constante y sin trampas. Se necesita resistencia, honestidad y, sobre todo, VOLUNTAD.

En las antiguas tradiciones indias, se informa de un granjero feliz y satisfecho, que encontró un montón de oro en su campo. Lo dividió en cuatro partes; una parte usó para sus gastos diarios, la otra ahorró, con la tercera parte negoció y la última parte donó para buenas causas.