El ser humano en situación (y no como subjetividad aislada). Taller de Psicología Humanista V

Publicado en: MeditAccion 1

Hasta ahora hemos estudiado el psiquismo como función de la vida. Describimos, de forma esquemática, su funcionamiento en su actividad en el paisaje externo e interno: Hablamos de los sentidos, la memoria, la conciencia y los centros de respuesta. Vimos la función que cumplía la imagen como movilizadora de impulsos y observamos los mecanismos de atención y copresencia que nos permiten dar dirección a nuestras actividades.

Todos esto fue acompañado de ejercicios prácticos en torno a la meditación, la relajación, la psicofísica, la autobiografía… que nos han permitido avanzar en el conocimiento de nosotros mismos. Por supuesto que, sobre todo esto, se puede profundizar muchísimo.

En este taller vamos a deslizar el punto de vista hacia el paisaje en que nos hemos formado y que ha determinado (y determina) no poca parte de nuestra mirada hacia el mundo.

El Paisaje de formación

Hemos nacido en una época en la que existían vehículos, edificios y objetos en general, propios de aquel momento. Era un mundo de objetos tangibles que se fue modificando a medida que pasaron los años. Cotejando, descubrimos que muchos objetos que formaron parte de nuestro medio infantil ya no existen. Otros han sido tan modificados que se nos tornan irreconocibles. Por último, han sido producidos nuevos objetos de los que no se tenían antecedentes en aquella época. Basta recordar nuestros juguetes, basta compararlos con los juguetes de los niños de hoy, para entender el cambio de mundo producido entre dos generaciones.

Pero también reconocemos que ha cambiado el mundo de objetos intangibles: los valores, las motivaciones sociales, las relaciones interpersonales, etc. En nuestra infancia, en nuestra etapa de formación, la familia funcionaba de un modo diferente al actual; también la amistad, la pareja, el compañerismo. Los estamentos sociales tenían una definición diferente. Lo que se debía hacer y lo que no (es decir, la normativa epocal), los ideales personales y grupales a lograr, han variado considerablemente.

En otras palabras: los objetos tangibles e intangibles que constituyeron nuestro paisaje de formación, se han modificado. Pero he aquí que en este mundo que ha cambiado, mundo en el que opera un paisaje de formación diferente para las nuevas generaciones, tendemos a operar en base a intangibles que ya no funcionan adecuadamente.

El paisaje de formación actúa a través nuestro como conducta, como un modo de ser y de movernos entre las personas y las cosas. Ese paisaje también es un tono afectivo general, una 'sensibilidad' de época no concordante con la actual.Haz click para twittear

La dialéctica generacional y la aceleración del "tempo" histórico

La generación que hoy se encuentra en el poder (económico, político, social, científico, artístico, etc.) ha sido formada en un paisaje diferente al actual. Sin embargo, actúa en éste e impone su punto de vista y su comportamiento como "arrastre" de otra época. Las consecuencias de la no concordancia generacional, están hoy a la vista. Podrá argumentarse que la dialéctica generacional siempre ha operado y que eso es, precisamente, lo que dinamiza a la historia humana. Desde luego que ese es nuestro punto de vista. Pero aquí lo que estamos destacando es que la velocidad de cambio se está acelerando cada vez más y que estamos en presencia de un ritmo vital muy diferente al que se sostenía en otras épocas. Con solo mirar el avance tecnológico y el impacto de las comunicaciones en el proceso de mundialización, comprendemos que en nuestra corta vida ha ocurrido una aceleración que supera a centurias completas de cualquier otro momento histórico.

El "arrastre" de conductas del paisaje de formación en el momento actual.

Numerosas conductas forman parte de nuestro comportamiento típico actual. A esas conductas podemos entenderlas como "tácticas" que utilizamos para desenvolvernos en el mundo. Muchas de esas tácticas han resultado adecuadas hasta ahora, pero hay otras que reconocemos como inoperantes y hasta como generadoras de conflicto. Conviene discutir brevemente esto.

¿Por qué habría de continuar aplicando tácticas que reconozco ineficaces o contraproducentes? ¿Por qué me siento sobrepasado por esas conductas que operan automáticamente?

En síntesis

Nuestra forma de actuar y de sentirnos en el mundo está influida por el paisaje de formación que nos tocó vivir. Ese paisaje en que crecimos estaba constituido por objetos tangibles e intangibles que han desaparecido o se han transformado merced a la aceleración de los acontecimientos históricos.

La principal consecuencia de esto estriba en la dificultad para comprender el mundo y adaptarnos de forma creciente a la aparición de nuevos fenómenos sociales (al cambio). Para lograr un diálogo entre las generaciones se debe tener en cuenta el paisaje de formación en que le ha tocado vivir a cada una y compararlo.

 

Ejercicio práctico

a) Reconstruya su paisaje de formación a grandes rasgos, poniendo énfasis no en los objetos tangibles de aquella época, sino en los intangibles. Observe su estructura familiar y los valores que en ella tenían vigencia: aquello que era bien visto y aquello que era reprobado. Observe las jerarquías y los roles establecidos. No critique nada, trate de no juzgar... simplemente describa.

b) Describa ahora los objetos intangibles que se daban en la relación con sus amigos. No juzgue.

c) Describa los intangibles que operaban en su escuela, en la relación con otro sexo, en el medio social en que le tocaba actuar. No juzgue.

d) Trate de sintetizar cómo era ese paisaje apoyándose en modas, edificaciones, instrumentos, vehículos, etc., dándole apoyo objetal a su paisaje de formación. No juzgue.

e) Por último, trate de rescatar la "sensibilidad", el tono afectivo general de los momentos más importantes de su paisaje de formación. Tal vez la música, los héroes del momento, la ropa codiciada, los ídolos del mundo de los negocios, de la política, de la cinematografía, del deporte, le sirvan como referencias para captar el tono afectivo que, como trasfondo, operaba en su mundo circundante. No juzgue.

f) Pase ahora a examinar cómo "miraba" todo aquello y cómo era "mirado" por los miembros de ese mundo. Recuerde la forma en que juzgaba todo aquello y el modo en que reaccionaba. No lo juzgue desde su "hoy", hágalo desde aquella época. ¿Cómo era su choque, su huida, su repliegue, su acuerdo? Si responde a esto lo estará haciendo con referencia a las conductas que se fueron formando en usted en aquellas épocas. Describa de qué manera enjuiciaba y era enjuiciado y con qué roles actuaba en aquel paisaje. Pero no se diga ahora si aquello estaba bien o mal. Simplemente describa.

Comprenda que muchas "tácticas" han ido mejorando, pero que otras han quedado fijas, sin adaptación creciente. Estudie la relación de esas conductas fijas, de esas tácticas, con el tipo de sensibilidad de aquella época. Compruebe si íntimamente está dispuesto a hacer abandono de aquella sensibilidad que, desde luego, involucra valoraciones que usted mantiene en pié.

Llegamos a un momento de profunda meditación. No estamos sugiriendo que usted abandone los valores y la sensibilidad de su etapa de formación. Estamos hablando de algo diferente; de comprender cómo todo aquello opera en su momento actual y debe ser tenido en cuenta en el momento de comprender el mundo y encarar cualquier planificación a futuro.

Para ampliar el tema:

Autoliberación, Luis A. Amman

El campo de copresencia. Taller IV

La función de la imagen y el espacio de representación. Taller III

Los fundamentos del psiquismo. Taller II

El psiquismo como función de la vida. Taller I

 

Me interesa el tema y quiero participar

Los campos marcados con * son obligatorios

Marca uno o varias opciones

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.