Acción filosófica: La lista

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Esta acción es sencillísima. Se trata de hacer una triple lista. En una de las columnas hay que escribir las cosas que se tienen, en otra las que se aprecia, en otra las que se necesita.

Punto de partida: Pensar sobre nosotros mismos.

Punto de llegada: Ver lo que pensamos sobre nosotros mismos.

TENGO

Casa

Coche

Televisor

Yate

...

APRECIO

Botas de montaña

Bicicleta

...

NECESITO

Casa

...

Curiosa actividad. Se la recomiendo vivamente. Para esta actividad se requiere sinceridad. Nadie tiene que ver las listas que usted escribe, si no quiere. También le recomiendo que se detenga a pensar un momento entre cada lista. Empiece por la primera, quizá sea la que parece más sencilla, porque, al fin y al cabo, consiste en apuntar todas las cosas que tiene. Posiblemente se dará cuenta, también, que puede resultar larga y hasta tediosa.

La segunda lista hace referencia a las cosas que realmente apre, que tienen una gran carga afectiva. No se trata sólo de regalos, sino también de aquellas que de una u otra manera contienen un significado especial. Aquellas que se llevaría ciertamente al escapar de un incendio.

La tercera lista contiene cosas que le son necesarias para vivir. Al decir necesarias, nos referimos a las cosas sin las cuales no podría efectivamente vivir. Por ejemplo, sin el coche usted se sentiría mal, tendría dificultades de movimiento, hasta es posible que notara más dificultades en su vida., pero, ciertamente, podría ir en transporte público a cualquier sitio. Quizá hasta le resultaría más barato ir en taxi que todo el gasto que supone un coche...

No le puedo dar respuestas, solo ejemplos de cómo responder. Permítame recordarle unas palabras del libro del Apocalipsis. No es un libro de filosofía pero sí de nuestra cultura. Dice así en 2, 17:

El que tiene oído, oiga lo que el espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe.

El nombre que aparece en esa piedrecita es eso que solamente cada uno de nosotros conoce de sí mismo. A veces nos resulta más fácil delimitarlo, a veces no. Pero está ahí y sabemos que está.

La actividad de la lista de las cosas no indaga en el interior más que de manera indirecta, pero hará que vaya entrando en él. Le obligará a pensar acerca de eso que tiene, por qué, incluso en lo que tenía hace unos años y lo que no tenía y que se ha ido convirtiendo en imprescindible.

La posesión de cosas se asocia al valor de las personas como seres humanos, aunque sabemos que el valor de una persona radica en otras características.Haz click para twittear

Y de ahí se desliará otra pregunta que tratará de encontrar ese nombre que solo usted sabe: entre todas esas cosas, ¿qué soy yo? ¿quién soy yo? ¿qué me añaden como persona? A veces confundimos las cosas que alguien tiene con lo que es. La posesión de bienes y de dinero nos atrae tanto como para atribuir a su posesión características del ser de las personas. "Tanto tienes tanto vales" se suele decir, ¿es Bill Gates el hombre que más vale en el mundo?; pero... y si le damos la vuelta: "¿Tanto vales, tanto tienes?"... ¿es cierto?

La posesión de cosas se asocia al valor de las personas como seres humanos, aunque sabemos que el valor de una persona radica en otras características. Las cosas apenas nos rozan como seres humanos. Facilitan la vida, nos divierten, nos gustan..., pero no nos construyen como personas, no nos hacen. Las cosas resultan como los vestidos, protegen, adornan, disimulan, realzan... pero no son el cuerpo ni lo pueden construir.

Esta es una de las 25 acciones filosóficas del Manual de Filosofía Práctica de José Manuel García González

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