«Conócete a ti mismo»

Interpretaciones en torno a la antigua frase que se dice estaba inscrita en el templo de Apolo invitando a reflexionar a quienes se acercaban a pedir consejo al oráculo.

Por Clara Gómez – Madrid Medita

 

Como una verdad sagrada está frase ha impactado y sigue impactando en el corazón de las personas curiosas por comprenderse no solo a sí mismas sino a los significados ocultos de la vida. En este artículo repasaremos algunos sentidos y contextos, seleccionados por gusto personal, en los que este aforismo ha brotado para brindar alguna sabiduría.

 

En una tira de comic, Mafalda le sugiere a su amigo que se conozca a sí mismo y él le responde con el temor «¿y si no me gusto?» Esta barrera es quizás una de las primeras que hay que sobrepasar valientemente para adentrarse en el camino del descubrimiento personal. A pesar de la evidente interpretación que se sucede del «conócete a ti mismo» desde el punto de vista del autoconocimiento, hay otras interpretaciones que me parecen valiosas a considerar.

Uno de los consejos que le da don Quijote a Sancho dice «has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse» (pág. 351) El contexto en el que se produce esta cita es en el capítulo XLII cuando don Quijote le da consejos a Sancho Panza antes de que fuese a gobernar la ínsula prometida por los duques. El sentido de la reflexión que me sugiere aquí está relacionado con la necesidad de mantenerse en el centro de uno para conservarse humilde, ya que a continuación menciona que gracias a conocerse uno se previene de «hincharse como la rana que quiso igualarse al buey». Especialmente si se va a ocupar cargos de poder o de gran influencia, donde es fácil perderse en la soberbia u otras externalidades. «Conocerse a si mismo» es así una gran reflexión que nos reconecta con nuestra condición humilde de ser humano.

Esta condición nos abre la posibilidad de considerar también a nuestros semejantes, a los demás seres humanos. Aunque no exactamente con las mismas palabras, en el Leviatán aparece la siguiente cita: «Antes bien, nos enseña que por la semejanza de los pensamientos y de las pasiones de un hombre con los pensamientos y pasiones de otro, quien se mire a sí mismo y considere lo que hace cuando piensa, opina, razona, espera, teme, etc, y por qué razones, podrá leer y saber, por consiguiente, cuáles son los pensamientos y pasiones de los demás hombres en ocasiones parecidas. Me refiero a la similitud de aquellas pasiones que son las mismas en todos los hombres: deseo, temor, esperanza etc.: no a la semejanza entre los objetos de las pasiones, que son las cosas deseadas, temidas, esperadas, etcétera» (pág. 3) En esta reflexión inspira a «conocerse uno mismo» para comprender a los demás. Otro sentido de nuestro aforismo que comienza a expandirse a medida que se profundiza en él. En este contexto, cabe traer a coalición otra hermosa y antigua frase «soy humano, nada humano me es ajeno» que bien merece la pena profundizar en otra entrada.

Avanzando aún más podemos encontrar otra interpretación interesante acerca de esta frase que nos lleva a considerar el «autoconocimiento» en un nivel más profundo que el descubrimiento de la propia identidad asociada al «yo». En la Mirada del sentido dice Dario Ergas: «Conócete a ti mismo», esa antigua frase del oráculo de Delfos ¿qué es lo que verdaderamente me invita a conocer? ¿Qué es lo que hay que conocer para saber el futuro? Cómo voy a conocerme a mí mismo, si se supone que convivo conmigo. Quizás sea lo más importante que ha dicho el oráculo. Tal vez convivo con alguien que no conozco. Podrá ser que muy junto a mí hay alguien muy importante llamado «ti mismo», «yo mismo» o «sí mismo», y que no conozca. Si hay algo en mí, que no muere, esencial, que está antes y después del cuerpo, sería muy interesante conocerlo» (pág. 8). Se plantea aquí una reflexión acerca del sí mismo como algo más allá y transcendente de nuestro ser cotidiano. Preguntas que se quedan sin palabras, pero no sin respuestas, pues un eco en el interior del corazón resuena abriéndose paso. Estamos en el campo de lo misterioso, de lo sagrado, de lo esotérico si se quiere decir así. Un campo tan desatendido y a la vez necesario de explorar para salir del sufrimiento. Esto me recuerda a esta parte de El Camino cuando Silo dice: «No dejes pasar tu vida sin preguntarte: “¿quién soy?” / No dejes pasar tu vida sin preguntarte: “¿hacia dónde voy?” / No dejes pasar un día sin responderte quién eres. / No dejes pasar un día sin responderte hacia dónde vas. (pág. 44).

 

Invito a quien este leyendo esta entrada a hacer el ejercicio de tratar de responderse esas dos preguntas «¿quién soy?» y «¿hacia dónde voy?» para darse cuenta en la reflexión de que eres algo más de lo que se puede definir con palabras. Entonces, volver a releer el aforismo «conócete a ti mismo» y descubrir este último significado que se está hablando. Aquí no cabe el temor a «no gustarse», porque eres algo más grande de lo que no gusta de ti.

Para finalizar, unas palabras inspiradoras sobre el enunciado que estamos tratando. (No he conseguido averiguar la fuente)

“Te advierto, quienquiera que fueres tú, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”

 

Bibliografía

Miguel de Cervantes, «Don Quijote de la Mancha»: 

Thomas Hobbes, «Leviatán»: %20Hobbes%

Dario Ergas, «La Mirada del Sentido»: 

Silo, «El Camino»: