Ortega: Sobre Tales de Mileto y el nacimiento de la filosofía
Tales de Mileto es el primer hombre que rompe con el pensar mítico. Este pensar pensaba que el río fluyente es una realidad, pero una realidad que tiene dentro de si o tras de si otra realidad, a saber, un poder latente, una voluntad personal, un dios. El mito es esta duplicación del mundo en dos mundos; el de las cosas y el de los dioses. Los dioses apostados tras de las cosas las traen y las llevan.
Por Ortega y Gasset – Extracto del texto La idea de Platón
El rayo es manejado por un dios –como la cimitarra por un brazo. La cimitarra y el brazo son dos realidades distintas y coexistentes. Así el rayo del dios y el Dios del Rayo. El dios con el rayo persigue a los hombres. Los hombres sienten miedo: el miedo es la emoción hacia un porvenir desconocido, que no podemos anticipar. La confianza, la tranquilidad es la emoción en que se halla quien puede anticipar lo que verosimilmente ha de acontecer dentro de una hora, mañana o pasado. Si no es el miedo la emoción dominante en nosotros ahora mismo es porque tenemos confianza en la regularidad de las leyes arquitectónicas, y en las leyes municipales que vigilan las leyes arquitectónicas. ¿Por qué no tememos que dentro de un instante el techo de este salón se venga abajo? Buscad el origen de nuestra relativa tranquilidad y la hallaréis en una confianza absoluta en las leyes de la matemática y en una confianza menos absoluta en las leyes municipales.
El descubrimiento efectivo de las regularidades según las cuales las cosas se mueven, es la ciencia misma. Al hombre mítico le falta ésta, es el hombre precientífico. Por eso, el miedo es la emoción rectora de su vida, es su postura ante las cosas. Más allá está la bestia: la bestia es el miedo absoluto. De aquí el huir característico de la bestia. Si la fiera acomete no es por otro motivo que la bestia huye. La dirección en que corra no varía la significación: en uno y otro sentido su movimiento es dirigido exclusivamente por la evitación del peligro. El hombre mítico necesita averiguar alguna regularidad en el ir y venir de las cosas. Más, como éstas son traídas y llevadas por los dioses, máximas realidades, los hombres primero estudian a los dioses, determinan la regularidad de sus actos, es decir, sus caracteres. Y esta faena espiritual, se llama teología.
Tales, marino milesio, inicia una nueva manera de pensar. Su sabiduría se encierra en una frase que parece una conseja y que saben los chicos: las cosas –dice- son agua. ¡Tan humildemente comienza lo inmenso! ¡Tan humildemente comienza la ciencia! Porque eso que Tales dijo no era ya un mito –era una física. Porque esa frase está llena de escotillones: las cosas son agua, todo es agua. Bien, pero es el caso que las cosas son, por ejemplo, esta tierra, este viento, estos astros, estos animales. Y nada de esto parece agua. De modo que esa frase tan simple hay que desenvolverla en dos frases ya más graves: 1ª las cosas no son lo que parecen ser, o, de otro modo, las cosas que percibimos son apariencias, manifestaciones, “fainómana”, fenómenos, problema. 2ª Son realmente lo que parecen ser: agua, estados de lo húmedo.
La osadía de este hombre fue incalculable: ya no hay dos mundos de realidades, sino meros fenómenos. Y lo que hay tras ellas no es un dios real sino una cosa, la única cosa verdadera: la humedad. Esta es el ser de los fenómenos sensibles. Y este tomar lo sensible no como ser, sino como problema, como interrogación que postula, que pregunta por el ser, y este tratar de hallar el ser de aquellos problemas es una cosa sin misterios, no en un dios más problemático aún que el problema mismo, eso es Física.
Física, no hay que mentarlo, quiere decir busca de la fysis, de la naturaleza de las cosas, de aquello donde las cosas nacen, de aquella cosa madre que es su generatriz, su origen, su principio. Física es buscar la regularidad de este caos ilimitado y voluble de los fenómenos sensibles en la unidad de su origen, de su nación. De suerte que las cosas en plural son meros estados y manifestaciones de una cosa única, de una cosa materna; y ésta es la materia. Teniendo la materia tenemos el ser de las cosas sensibles.
De esta manera, el pensar sobre el humor de los dioses o teología y mitología, es suplantado por el pensar de la materia o física.