Fue necesario transportar, amortiguar (como si durmiera en las brasas y en los rescoldos), alimentar, engrandecer y multiplicar. Para entonces, se había pasado de la tea en la que se propagó el fuego llevándola a corta distancia hasta el recipiente original: la pequeña cavidad en la tierra en la que se cuidaba esa vida inestable. Pero todavía estaba allí, no se podía disponer del fuego en los largos desplazamientos.
Silo, extracto de una charla
En algún momento posterior, se inventó la cavidad portátil, el cuenco o recipiente de barro que aparte de contener y permitir el transporte se fue solidificando, se fue cociendo por acción del huésped que trabajó endureciendo su nido. Es gracias a la cavidad fija o portátil que se pudo adormecer el fuego entre las cenizas de materias orgánicas vegetales y animales. Es gracias a la cavidad que se pudo despertar al fuego de su sueño en las cenizas y en el calor del pozo tapizado de piedras. Allí se lo hizo crecer y se lo puso a trabajar: ¡el horno estaba inventado!
Sin embargo, la temperatura lograda no llegó a producir la fusión de los metales. Pero se contaba ya con la greda cocida, endurecida y maleada casi hasta el punto de la impermeabilización como ocurría con los recipientes de piedra, de hueso y de madera trabajada. Durante cientos de miles de años se perfeccionaron los hornos, los combustibles y creció el conocimiento sobre las cocciones, las fusiones, las sublimaciones y algunas aleaciones de metales blandos. No hablemos de la luz, de la defensa y de la cocción de alimentos que ya estaba en el origen del interés por el fuego. Todo siguió progresando linealmente hasta que sobrevino el invento del fuego. Para entonces ya estaban echadas las bases de una tecnología compleja que fue utilizada íntegramente en el paso siguiente.
En suma, para conservar el fuego habrá que tomarlo de un incendio y llevarlo a la cavidad en la que habrá piedras que sirvan a la conservación del calor; se usará madera desde la más fina a la más gruesa y del fuego que pierde sus llamas quedarán las brasas incandescentes que animadas con alimento adecuado y con el soplo, harán brotar nuevamente las lenguas flamígeras. Después se sabrá como prolongar la vida del fuego aletargado en brasas pero protegido por las cenizas. He ahí una de las muertes aparentes y de las resurrecciones del fuego en ese ciclo de la llama a la brasa y de la brasa a la llama.
Y para inventar el fuego se habrá de comprender que la brasa se convierte en llama y que es necesario sacar esa brasa del interior de la madera y de la piedra. A las primeras piedras que chocando se les extrajo la brasa, la chispa prometeica, se las conoció en el Asia como “piedras del fuego” y luego fueron llamadas “piritas” (de pyr = fuego) por los griegos. Hasta el día de hoy llegan las piritas que son el “pedernal” utilizado para recibir los golpes y raspaduras del “eslabón”.
El pedernal de pirita (bisulfuro de hierro) se suele presentar en cristales amarillentos blandos parecido a algunos metales preciosos y por ello fue llamado “el oro de los tontos”. Pero una de las cosas más reveladoras de la pirita de hierro (no la de cobre, ni la de níquel, ni de otros metales) es su configuración en cristales metálicos amarillentos en ocasiones octaédricos, dodecaédricos, etc., pero casi siempre presentada como exaedros casi perfectos, es decir como “piedras cúbicas”.
Esta “piedra cúbica” productora del fuego, dio lugar a una larga historia que no es el caso desentrañar ahora, pero que habla del fundamento de una ciencia y una mística. En fin, que la pirita golpeada por el eslabón (sílex o cuarzo con algo de alúmina) comienza a perder material que en pequeñísimos fragmentos salta incandescente y en chispas muy calientes teniendo una vida más prolongada que las chipas producidas por el entrechocamiento de otras piedras.
Y, finalmente, la “yesca” (del lat. esca = alimento) que tiene el mismo nombre que se da a diversos hongos (yesquero de los abedules, de las cercas, bermellón, falso yesquero, yesquero multicolor y yesquero propiamente tal, que se prepara para recibir la chispa y producir la brasa). Por cierto que se usaron diferentes tipos de “yescas” pero la de hongos secos y muy molidos al igual que algunos excrementos animales utilizados también para conservar el fuego, se universalizaron para la producción de las brasas que, animadas por el soplo y las briznas pajizas terminaron generando el fuego. Así pues, la yesca de hongos acercó al hombre a la brasa y también al humo y al fuego ritual- alucinatorio, pero este es otro fenómeno cultural que no vamos a desarrollar ahora.
También se usó el frotamiento de la madera blanda y seca para la producción del fuego, pero siempre hubo que solucionar el problema de la yesca.
A estas alturas pienso que si se quisiera comprender el comportamiento de los materiales no convendría partir del fuego sino del comportamiento de sustancias “fríos” (barro, madera, hueso, piedra) y del comportamiento de las ceras, las resinas, los yesos, los cementos y hasta los sintéticos actuales. También habría que trabajar en los modelos, sus duplicaciones y sus moldes y las diversas técnicas necesarias para producirlos
Si se quisiera entender el significado de la cerámica, la vidriería y la metalurgia, habría que partir por las prácticas que hemos insinuado respecto a la conservación y, posteriormente, la producción de fuego. La fabricación de los hornos y los crisoles enriquecería este conocimiento y, entonces, los materiales y su comportamiento se insertarían en un contexto de comprensión mayor.
Hay muchos mitos y leyenda que explican a su modo el tema del fuego. En occidente, por ejemplo, el mito de Prometeo, habla de cuando los titanes tuvieron enemistad con los dioses del Olimpo y acercaron el fuego a los hombres. Un titán, Prometeo tomo con una cana el fuego de los dioses y se lo dio a los humanos. No es que ellos se lo consiguieron, no, les fue dado, les fue entregado por un dios, un titán, Prometeo, que así cometió un acto prohibido.
La novela “Frankenstein, o el nuevo Prometeo” de Mary Shelley, es otra cosa. Cuando ella escribía esto, en Suiza, al borde de un lago… ella estaba allí, con otros tipos, Byron, el otro Shelley, se contaban historias, se asustaban… En esta época, estaban ya los experimentos de Volta, aplicando electricidad en las patas de una rana muerta, y se movían. Tomaban entonces la electricidad de un rayo y la llevaban al monstruo, hasta este nuevo Prometeo y se le hizo andar. Un monstruo, sobre el cual se pierde luego el control.
Estos temas ya estaban en marcha, en Praga, con el Golem, esto continuaba en el romanticismo… Esto se relaciona a su vez con el homúnculo, el hombre artificial, que ya aparece en muchas leyendas medievales. Y bien, este Golem, movida por una palabra sagrada, se pone en marcha, y luego empieza a destruir… y es un problema como pararlo. Esta historia llega hasta el día de hoy, con los robots, los clones que no se pueden parar, que andan en el mundo jodiendo, produciendo terrores nocturnos, etc.
El fuego, al comienzo de los mitos de occidente fue un regalo divino a los hombres, un regalo casi de contrabando, porque fue robado a los dioses. Prometeo tenia que pagar por su culpa durante cientos de miles de anos, atado a la roca con cadenas, con una águila que venia cada día a picar de su hígado. Él había robado el fuego a los dioses olímpicos. Así, el fuego aparece como donación, como algo dado, y no es que ellos lo inventaban. El fuego fue dado y esto se corresponde con lo que realmente sucedió. El fuego llegaba por los incendios, rayos, por la lava corriendo de los volcanes, por el choque de piedras durante terremotos, etc. Se produjo en la naturaleza. Eso es una de las bases psicológicas de nuestro siquismo.
Todos los animales huyen del fuego. Todos los animales comprobaban y temían su calor, su luz, etc., menos uno de estos bichos, que sentía curiosidad y temor al mismo tiempo, y se acercaba al fuego. Eso es muy extraordinario, eso de acercarse a un estimulo peligroso!
Esto es algo inaudito, se rompe la mecánica refleja pauloviana y ese fue el salto mas extraordinario. Funciono el circuito de respuesta diferida frente a un estímulo. Es contrario a la naturaleza, acercarse al peligro. La conciencia humana es fantástica. Él no fabrica el fuego. Aquí tenemos una gran diferencia con los antropólogos. No es que primero lo fabrica, y después lo conserva. La conservación del fuego duro cientos de miles de anos. Es todavía un cazador, un recolector, no tenia todavía asentamientos urbanos, de cultivo, son tribus trashumantes… esta muy lejos todavía de todo esto. A lo sumo te tenias que refugiar en las cuevas, te refugiabas en la gruta, tenias que moverte de un lado para otro por los cambios climáticos y temporales.
Si encontrabas fuego, lo juntabas con una rama para transportarlo, y se te apagaba. Te preguntabas como hacerlo, lo llevabas a tu cueva, pero no ardía, intentabas, pero se apagaba. Cuando pudiste llevarlo a tu cueva y conservarlo, cuando lograste conservar ese fuego tu cueva se convirtió en una delicia. No lo podías conservar como llamas, pero en otra forma si lo podías hacer, como fuego dormido, como brasa, y no como llama. Lo conservabas como brasa, y luego, con un soplo adecuado, se puede convertir en llama de nuevo. Lo conservabas en una cavidad, en forma cóncava, ya conocías las formas cóncavas con tres materiales, huesos, piedras (trabajada con otras piedras) y maderas duras, ya lo estabas trabajando.
Había materiales que te permitían trabajar las formas cóncavas. Esos tres materiales (hueso, piedra, madera dura) acompañaban al ser humano por miles de anos desde la época Paleolítica. De esta manera se trajeron el fuego a la cueva, conociendo las formas cóncavas. Es un tema casi morfológico. Se acercaban entonces al fuego natural, lo tocaban, lo llevaban, lo conservaban. El ser humano es muy inteligente, muy en contra del instinto, de lo que indica el instinto de conservación, de lo que marca la naturaleza. Es un hecho poético, sin duda.
Poder conservar al fuego significa poder iluminar la cueva, calentarla, comer cosas que sin ello no puedes comer, etc. Rodeados por animales hostiles, que huyen frente al fuego… Tenían varios fuegos en sus lugares. En las entradas, en los lugares para iluminar, para preparar, etc. ¿Qué hacíamos cuando llego el frío? ¿Había que salir, y como lo hacemos para llevarlo a otro lugar? ¿Durante las lluvias, cruzando ríos, con los vientos? ¿Utilizamos canoas? ¿O acaso paraguas?
El calor del fuego se conservo y se concentro en esta forma cóncava, incluso aumento el calor si había piedra en esta forma. Allí tienes el origen del horno. La cavidad con piedras que conservaban el calor. Y ahora se trata de transportar este fuego. Tienes que moverte. Se necesita una primera especialización en funciones de las primeras organizaciones del ser humano. Necesitas los cuidadores del fuego. Esos, que tenían que pagar con su vida si se les apagaba.
De esta manera se esta desarrollando el horno para conservar la brasa, para preparar comidas, etc. Luego se hace con barro, con tierra que con el mismo calor se endurece, incluso con excrementos de ciertos animales si se hace bien.
El tema es el transporte y la conservación del fuego, y eso sigue perfeccionándose, con plantas, con tierra, con excrementos de animales y se podía conservar dos, tres días… Pasa una corriente de aire, y se levanta la llama de nuevo. La tecnología del horno de desarrolla cada vez mas. Y todavía no se inventaba la producción del fuego. Pero ya se sabe que el fuego esta adentro de las piedras, de las ramas secas… El fuego esta adentro de las piedras, también esta en el sol, en el cuerpo de los animales calientes, de los cuales sale humo (vapor) en el frío, el fuego esta en el propio cuerpo, en la sangre, en los cuerpos que se juntan, en todo lo animal y en todo lo que anima. Pero: ¿cómo fabricarlo?
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