Desde hace muchos siglos acaece que el individuo antes de sentir él la necesidad de filosofar, encuentra la filosofía como ocupación públicamente constituida y mantenida, es decir, que somos solicitados para ocuparnos de ella por razones inauténticas –lo que tiene de profesión “que alimenta a su hombre”, lo que tiene de prestigio u otros motivos más “puros”, pero que tampoco son auténticos, como ir a la filosofía por afición o curiosidad. La prueba de que todos estos motivos son, inauténticos, está en que todos su suponen la filosofía ya hecha.
El profesional aprende y cultiva esa que hay ya ahí, el aficionado le gusta porque la ve ya hecha y su figura lograda le atrae, etc. Esto es perniciosísimo porque corremos el riesgo de encontrarnos sumergidos en una ocupación cuyo íntimo y radical sentido no hemos tenido tiempo ni ocasión de descubrir. Y, en efecto, en casi todas las ocupaciones humanas acontece que por “estar ya ahí”, los hombres suelen adoptarlas mecánicamente y entregar su vida a ellas sin que jamás tomen contacto con su radical realidad.
En cambio, el filósofo auténtico que filosofa por íntima necesidad no parte hacia una filosofía ya hecha, sino que se encuentra, desde luego, haciendo la suya, hasta el punto de que es su síntoma más cierto verle rebotar de toda filosofía que ya está ahí, negarla y retirarse a la terrible soledad de su propio filosofar.
Esa constante invitación a la inautenticidad que la preexistencia social de las ocupaciones humanas nos dirige, es uno de los componentes trágicos del hombre, no obstante su ningún aspecto melodramático. De ahí que sea preciso combinar el aprendizaje y absorción de la filosofía socialmente constituida y recomendada con un perenne esfuerzo por negar todo eso y volver a comenzar, o lo que es igual, por repristinar la situación en que la filosofía se originó. Aquellos primeros filósofos que en absoluto la hicieron porque en absoluto no la había, que, en rigor, no llegaron a hacer una filosofía sino que meramente la iniciaron, son el auténtico profesor de filosofía a que es preciso llegar perforando el cuerpo de todos los profesores de filosofía subsecuentes.
en casi todas las ocupaciones humanas acontece que por 'estar ya ahí', los hombres suelen adoptarlas mecánicamente y entregar su vida a ellas sin que jamás tomen contacto con su radical realidad.Haz click para twittearTodo gran filósofo lo fue porque acertó a reproducir en su persona, siquiera aproximadamente, aquella situación originaria en que la filosofía nació. Por eso nos importa también mucho intimar con esos renovadores del pensamiento filosófico que no pudiendo ya originarlo lograron reoriginarlo. Pero, insisto una vez más: la historia de la filosofía en su modo habitual apenas nos sirve para facilitar la convivencia íntima con el pensador antiguo, porque al no reconstruir el drama individual de su existencia no nos hace patente el esencial espectáculo de su filosofía originándose en aquélla.
Extracto de Origen y epílogo de la filosofía
Origen y epílogo de la filosofía
Planteamiento de la naturaleza, de la filosofía y de su razón histórica, al contemplar panorámicamente la totalidad de su pasado e intentar reconstruir el dramático suceso de su origen
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